EL PODER DE LA MÚSICA

En 1 Samuel 16 encontramos a David tocando para Saúl. ¿Qué le había pasado a Saúl? Un espíritu malo venía y lo atormentaba. Lo ponía incómodo, lo ponía celoso, lo ponía irritable, insoportable; y los siervos de Saúl le notaban que Saúl estaba de un genio, ahora sí que del demonio, ¿verdad? Irritable, enojón, grosero, todo lo malo; porque ese espíritu era un espíritu malo que venía y lo cogía. Los siervos de él le dijeron: "¿Por qué no te consigues alguien que sepa tocar el arpa, para cuando esté sobre ti el espíritu malo -permitido por Dios para venir a atormentarte [recuerde usted que Saúl había sido desechado de Dios; y ese espíritu malo había recibido permiso de Dios para atormentar a Saúl]- ese individuo toque con su malo, se aleje de ti; que tengas alivio." Fíjese que la gente ya sabía las características de la música, el poder de la música; la influencia que la música ejerce sobre las personas. "Consíguete a alguien que toque [dice, je. je] bien. ¡Qué toque bien! ¡Qué afine bien el arpa! Y que toque melodías que estén en perfecto equilibrio." Y a Saúl le pareció buena la idea, y le dijeron: "Nosotros conocemos a un muchacho vigoroso, valiente, que sabe tocar, es hombre de guerra, además es prudente y es hermoso. Se llama David, el hijo de Isaí." Y Saúl le manda un recado a Isaí y le dice: "Préstame a tu hijo." Y dice la Biblia que David llegó y halló gracia delante de Saúl. Él era prudente, cuidadoso en sus palabras; gracia tenía en su presencia. Y no tardó el espíritu malo para llegar con Saúl y empezar a ponerlo irritado, usted puede imaginarse cómo aquél hombre se sentía; tomaba decisiones arrebatadas, no toleraba la presencia de nadie, aventaba las cosas, irritable. Igualito como usted y yo nos ponemos a veces. (Bueno, estoy conjeturando).

Y de pronto, David sabía que ese espíritu había venido sobre Saúl por las actitudes, y se ponía a tocar el arpa. Y dice: "Tomaba el arpa y tocaba con su mano." ¿Y qué dice?: "Saúl tenía alivio, y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él."

¿Cómo?, hermano, ¿cómo? Con la música. Por la música. Usted dirá: "Bueno, es un caso especial, en el cual…" No, no, no, no. No es un caso especial. Esto nos está hablando del tremendo poder que tiene la música. La música tiene poder para afectar nuestro cuerpo, nuestra alma, o nuestro espíritu; depende de la música. Hay música que todo lo que logra es poner nuestro cuerpo en movimiento, ¿verdad? Hay una música que nos invita al ritmo. Por ejemplo los mexicanos pues tienen el ritmo en la sangre, casi casi como la raza morena. Casi, casi, casi, ¿verdad? les gustan las rancheras, les gusta la marimba, les gusta el "chun ta ta", nos gusta esas cosas con las que rápidamente empieza uno a zapatear - y depende también de dónde sea uno: el norteño, el sureño, el que sea - y tenemos más nosotros el énfasis del ritmo. Nos mueve la carne. Hay música que afecta, no solamente al cuerpo, sino al alma, el sentimiento. El alma es el asiento de nuestras emociones, de nuestros sentimientos, de nuestra voluntad. El alma es la oficina de donde salen todos nuestros sentimientos y decisiones.

La música que afecta el alma es aquella música que a veces nos hace llorar. Es aquella música, ¿verdad? - ahora hablando como mundanos - que se usaba para llevar una serenata a las muchachas. ¡Uh…, lloraba aquél! ¡Se ponía romántico el asunto! Un tanto, no tan rítmicas, sino más bien sensuales.

Y la música que afecta al espíritu es aquella música que tiene su énfasis en las palabras, en las doctrinas, sencillamente aquel elemento que nos convoca a buscar a Dios.

Por eso mi Hermano ALÁBELE PORQUE EN LA MÚSICA HAY PODER DE DIOS.